Lema del Curso

FUNDAMENTACIÓN

Vivimos en nuestra sociedad un exceso de estímulos rápidos y múltiples que no siempre permiten el silencio y la atención plena 20. La cultura digital ha incrementado nuestro acceso a los demás, dándonos la oportunidad de escuchar más, pero con mucha velocidad e inmediatez. En una sociedad de la hiperestimulación, el silencio, la calma, la escucha y la experiencia interior responden a una necesidad importante de la persona.

Estamos sufriendo de estrés y de prisa. Se corre queriendo vivir más y mejor, pero nos ocurre lo contrario, pasamos la vida sin vivirla, pensamos más en el futuro que en gozar del presente. El papa Francisco, en el PEG, muestra su preocupación por la fragilidad de los vínculos interiores que sustentan la identidad personal debido a un contexto desenfrenado de rapidación.

La falta de silencio, de espacios personales para aquietar la mente y el cuerpo, para estar con uno mismo, está provocando vacíos existenciales. Vivimos lejos de nuestro interior, ajenos a nuestra dimensión espiritual y trascendente, perdidos por no saber quiénes somos realmente, ajenos también a la realidad circundante. En la cultura predominante, el primer lugar está ocupado por lo exterior, lo inmediato, lo visible, lo rápido, lo superficial, lo provisorio. Lo real cede el lugar a la apariencia.

La pausa, el silencio, la escucha y la reflexión generan otra forma de vivir, de ser y de estar en el mundo, transformando el vacío en plenitud. Necesitamos introducir la dimensión contemplativa en el modo de vivir, de trabajar y de afrontar las rutinas de cada día.

Jesús de Nazaret, en medio de su actividad diaria, se retiraba buscando el silencio y la soledad para poder orar y escuchar la voz del Abbá. De lo que sucedía en esos momentos no tenemos nada recogido en el Evangelio, pero debió de ser “impactante” para los discípulos, porque fue algo que recordaron de la vida de Jesús y dejaron constancia por escrito. Jesús, también escuchaba a la gente de su alrededor y daba respuesta a sus preguntas y necesidades.

A lo largo de todo el Evangelio se descubre el interior de Jesús, visible en su forma de observar la realidad, de escuchar, de ser, de estar, de servir, de relacionarse y de entregarse hasta la muerte por amor y fidelidad a la verdad.