SEMANA DE LA PROVIDENCIA (CRÓNICA)
Comienza la semana más esperada del curso, la Semana de la Providencia. Además, este año, aunque la celebración se retrase al viernes, comenzamos con el día grande, 21 de noviembre, el día de la Virgen. Durante la semana nos vamos preparando poco a poco, el rincón del patio se va llenando de flores, y los ánimos y los corazones de alegría e ilusión. Los más pequeños esperan los disfraces, los medianos el chocolate y la discoteca. Los mayores, sus teatrillos y la rifa (a ver si este año hay suerte). Todos nos vamos preparando para una jornada especial.
Y por fin llega, y después de días de lluvia, sale el sol, porque el día de la Provi hay que disfrutarlo en el patio. Y al patio llegan también los papás que han podido escaparse de sus obligaciones diarias, y los abuelos, esos que vienen casi todos los días, y que no podían perderse uno tan especial. Todos tomamos el chocolate, porque aunque hace sol, el frío de noviembre es intenso, y un chocolatito caliente con churros caldea el alma, sobre todo si su fin es solidario, si nos ayuda a ser Providencia con otros que tienen menos suerte que nosotros. Este año ese dinero irá destinado a un colegio en la India que da oportunidades a niñas de las castas más bajas, alguna de las cuales ya han conseguido llegar a la Universidad gracias a las ayudas de la Provi.
Porque este día nos une también con otros colegios y otros niños repartidos incluso por otros continentes, los colegios de la Provi en India, en Colombia, en Eibar, que celebran con nosotros esta suerte de que Sta. María de la Providencia nos acoja bajo su manto. Nosotros tenemos la suerte de tener cerca de las hermanas, las que nos enseñaron el camino, y que siguen cerquita, como siempre, siendo providencia para nosotros. Queremos pedir especialmente por ellas, para que pronto puedan volver a contarnos por las clases sus “aventuras” como misioneras. Para que con su ejemplo, como siempre, nos enseñen lo que es “ser Providencia”.
Pero como en todas las familias, los hay que ya vuelan lejos de los muros del patio, y que vuelven cada año para sentir de nuevo esa maravillosa sensación de pertenencia a esta gran familia. La mayoría tienen obligaciones que le impiden venir el viernes, pero se acercan el domingo por la mañana, a esa eucaristía de las familias en la que nos volvemos a reunir para recordar otros años, otras celebraciones… Los que no han podido venir, han mandado sus mensajes, han querido compartir sus recuerdos con las nuevas generaciones. También lo han hecho aquellos que fueron niños y ahora son papás, que acompañan todos los días a sus hijos a las mismas aulas en las que ellos hicieron sus travesuras.
Por eso esta semana, este día es tan especial para nosotros, porque nos recuerda que somos una familia que se LEVANTA cada día con el objetivo de SER PROVIDENCIA, de SER PARA LOS DEMÁS.
